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miércoles, 16 de diciembre de 2009

LAS TICs COMO ALTERNATIVA DE APRENDIZAJE


Autor: Prof. Leonardo Latuff   (leolat55@cantv.net)

Las posibilidades y oportunidades que la dinámica social genera continuamente no siempre son percibidas de manera clara y oportuna. Más aún, en cuanto al ámbito del aprendizaje se refiere, hacerlo a la velocidad y adecuación plena que ello requiere para sentirse involucrado en ese proceso dinámico, representa uno de los mayores retos que confrontan estudiantes y docentes en su búsqueda de formación profesional integral.
Es cierto que la educación formal nos impele, cada vez más, a profundizar en la puesta en práctica del conocimiento que se genera continuamente; a apropiarnos de las distintas herramientas para aprender y enseñar que el desarrollo científico y tecnológico pone al servicio de la humanidad. Sin embargo, sentirse “seguro” al amparo de lo conocido, vale decir en el ámbito educativo, al amparo de los métodos de enseñanza o de estudio y de los espacios físicos tradicionales (colegios, universidades, bibliotecas y otros), o fuentes de información, se erige como una barrera que se torna infranqueable para muchos. En definitiva, el temor al cambio, salir del refugio protector de lo conocido, quizá sea la razón por la cuál los procesos de transformación y adecuación a las exigencias y realidades sociales sean tan lentos, de manera especial en el ámbito educativo.
Entonces, el hecho de visualizar y aceptar espacios, procesos y herramientas distintos de aquellos que históricamente se han utilizado para implementar el proceso de enseñanza-aprendizaje, implica un necesario cambio de mentalidad que se fundamenta en las realidades que emergen de las apremiantes necesidades colectivas y en la presión que esas necesidades puedan generar sobre los individuos y las instituciones.
Es así cómo en los últimos tiempos, el espacio por excelencia para la enseñanza y el aprendizaje, a saber, el aula de clases, comienza a ser confrontado en su rol de “único espacio” para tal cometido. De igual manera, se comienza a romper con la arraigada idea de las relaciones educando-educador, basadas en la concepción de un educador imprescindiblemente omnipresente para que se pueda generar el acto educativo, para que el estudiante pueda llegar al saber. La implementación de la tecnología que creó la Internet se ha encargado de develar otra vía para el aprendizaje, así como una posibilidad de intercomunicación en tiempo real que permite organizar y desarrollar procesos educativos eficientemente.
Esta tecnología como medio efectivo para acceder a una mayor información en tiempo relativamente corto, permea toda la sociedad; se ha convertido, prácticamente, en el único medio de informarse y/o comunicarse de muchísimos individuos –incluyendo, ciertamente, a estudiantes y profesores. Ella permite la posibilidad de visualizar a los individuos aprendiendo autónomamente, a su propio ritmo, con sus específicas potencialidades e individualidades, renovados en su deseo de formación dado el desafío de penetrar a un mundo infinitamente más accesible al ir interrelacionando saberes desde múltiples fuentes de información. Las posibilidades parecen ser infinitas.
Por otro lado, la Internet también permite visualizar a un docente más activo y creativo, con mayores posibilidades de adquirir conocimientos diversos -lo multidisciplinario- que sirvan de base conceptual para enriquecer y fortalecer su ámbito profesional particular. Permite visualizar a los docentes desaprendiendo modelos que los atan a “únicas” formas de enseñar-aprender y diseñando estrategias educativas, conjuntamente con sus estudiantes, que funcionen como orientación, como guía, hacia metas de aprendizaje reflexivo, crítico.
Cabe mencionar aquí la enseñanza-aprendizaje del idioma inglés vía Internet, como ejemplo del impacto de la tecnología de la intercomunicación en áreas especificas del conocimiento. Como es sabido, en las instituciones educativas latinoamericanas, en todos los niveles, se incluye el estudio del idioma inglés como segunda lengua; a pesar de ello, los estudiantes, mayoritariamente, no adquieren con suficiencia las competencias lingüísticas y/o comunicativas sobre esta lengua. Los estudios realizados por numerosos investigadores sobre la problemática muestran que, entre otros aspectos, al llegar al nivel de educación superior, los estudiantes no pueden realizar lecturas comprensivas de los materiales académicos editados en lengua inglesa, lo cuál incide desfavorablemente en su rendimiento académico.
En consecuencia, la inmensa cantidad de materiales diversos y atractivos al usuario que se encuentran accesibles en la red, así como los numerosos artículos publicados en revistas digitales especializadas sobre el tema, han posibilitado y facilitado el estudio y comprensión del inglés, tanto en lo gramatical como en lo comunicacional. Una ventaja que se desprende de esta posibilidad tecnológica en contraposición con las metodologías empleadas en el aula de clase tradicional, dada la restricción de tiempo y materiales usados para la enseñanza de este idioma.
La aldea global en que se ha transformado la sociedad toda presiona a las instituciones a adoptar maneras innovadoras de garantizar educación de calidad a todos sus miembros. Los docentes, como parte importante del proceso educativo, en sus roles de maestros y aprendices, tenemos el desafío de integrarnos conjuntamente con otros actores del proceso y con los medios que las nuevas tecnologías de la comunicación proporcionan para, por un lado, satisfacer la demanda de educación de calidad que la sociedad exige, y por el otro, propiciar espacios y momentos alternativos de aprendizaje cónsonos con los tiempos que vivimos. Tiempos que están profundamente caracterizados por su capacidad de atracción a su condición cambiante.
Así las cosas, los docentes debemos derrotar el temor por lo nuevo; debemos dejar de aferrarnos a nuestras viejas visiones e interpretaciones del hecho educativo. Tenemos la obligación de aceptar que ya existen y existirán nuevas metodologías y herramientas para la enseñanza en franca coexistencia con las conocidas. Debemos aceptar, por ejemplo, que las tecnologías de la comunicación llenan todo espacio y momento de la vida cotidiana; y que formarse, educarse, formar o educar pertenecen a las actividades de la vida cotidiana. Sólo nos queda admitir esta realidad, prepararse en consecuencia y asumir la transición como un aspecto normal del proceso de aprendizaje mismo.

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