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Hombre Universal: LUIS MARIANO RIVERA

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lunes, 24 de enero de 2011

¡ Profe, Enséñeme a Leer!


El titulo de este escrito podría tomarse de distintas maneras. Algunos, posiblemente, pensarían en un ruego o en un clamor; otros, en una superficial manifestación de necesidad y, otros tantos, me atrevería a decir, pensarían en una exigencia. Lo cierto del caso es que, sea clamor, sea necesidad o exigencia, lo expresado en la oración en cuestión pareciera representar uno de los aspectos más relevantes para que el proceso de enseñanza-aprendizaje, en todos los niveles del sistema educativo, cumpla con la creciente demanda social la cual reclama ciudadanos y profesionales más reflexivos, autónomos y críticos. Ante esta apreciación, me he atrevido a expresar de forma pública una preocupación sincera sobre el tema “comprender lo que se lee”, sólo con el objetivo de abrir un espacio a través del cual, los especialistas (yo no lo soy) puedan establecer consideraciones pertinentes a la innegable necesidad de información y de formación que existe sobre el proceso de lecto-comprensión. Y digo preocupación porque, desde hace muchos años he escuchado, y yo mismo he manifestado, que los estudiantes no saben leer; que los estudiantes no comprenden los materiales escritos que contienen la información necesaria para cumplir los requerimientos académicos de sus respectivas áreas de estudio; que una de las causas del bajo rendimiento estudiantil pareciera estar vinculada a la falta de competencia lectora. Y, repito, de esto hace muchísimo tiempo ya. Entonces, de ser cierto lo antes expresado, ¿cuándo vamos a permitirnos (me incluyo como docente) la satisfacción de  superar tal obstáculo para una mejor formación de nuestros estudiantes, para explorar nuevas dimensiones del conocimiento? Particularmente he comentado sobre esta temática con algunos colegas de diferentes especialidades  e, invariablemente, las opiniones apuntan hacia la carencia de la comprensión de los materiales académicos, por parte de los estudiantes. En algunas oportunidades he tratado de informarme sobre las actividades particulares que se realizan con las lecturas que asignan a los estudiantes porque pareciera, y es una apreciación muy personal, que dichas lecturas no son suficientemente tratadas, comentadas previamente para que el estudiante pueda acceder a la información que contienen. Y me pregunto: ¿acaso los docentes creemos que nuestros estudiantes tienen la capacidad de procesar cuanta lectura especializada les asignemos o les sugerimos? Me permito invitarlos a  que piensen en lo denso y complejo que puede ser un texto académico. Esto lo hemos comprobado a costa de mucho esfuerzo intelectual y de ejercicios cognitivos cuando desarrollamos nuestra propia formación profesional a través de estudios de Maestría o Doctorado. En consecuencia, bien podríamos comprender lo que sucede a los estudiantes ante los retos que deben sortear con las lecturas especializadas. Por supuesto, el tratamiento preparatorio de un texto científico que se asigna a un estudiante para que realice tal o cual actividad es crucial, de ello depende en gran medida la comprensión del texto mismo y, en consecuencia, el punto de partida para el aprovechamiento de la información que resultaría en construcción de conocimiento. Pero temo que no muchos de nosotros, docentes, estemos preparados para llevar a cabo tal estrategia. Y es por ello que me he atrevido a escribir esta reflexión: es una invitación a los especialistas del área, a todos los que estamos involucrados en el proceso de enseñanza-aprendizaje y que de alguna manera aspiramos que nuestros estudiantes “respondan” con mayor profundidad y argumentación a los planteamientos y discusiones que propiciamos en nuestras sesiones de clase. Debemos tener claro que las lecturas que los estudiantes han de procesar provienen de textos científicos, escritos por científicos y dirigidos a una comunidad científica que comparte y/o contrasta en  conceptos, ideas y razonamientos, pero que a su vez se comunica a través de un lenguaje común: el lenguaje académico. En mi opinión, es allí donde radica la complejidad que este tipo de lecturas representa para el estudiante. En efecto,  el estudiantado, al ingresar a la universidad, no solo se interna en un espacio académico-cultural distinto al que estaba acostumbrado, ello también implica que se verá afectado por una comunidad discursiva totalmente diferente (ya este factor es por sí mismo perturbador, desconcertante).   Ahora bien, ¿qué debemos hacer?, ¿continuar culpando a los docentes de la educación secundaria y estos a su vez culpando a los de la educación primaria? Necesario es, en mi opinión, que de una vez por todas se articulen  programas de preparación de docentes de todos los sub-sistemas educativos, en el área de lecto-comprensión; que los especialistas en el tema abanderen un gran movimiento académico-cultural que tenga como objetivo fundamental erradicar la carencia de suficiencia lectora. Una transformación universitaria verdadera debe aspirar solventar los problemas estructurales que impiden el desarrollo de los individuos para que estos a su vez coadyuven en el desarrollo de la sociedad de la cual forma parte! La Universidad está en deuda con la sociedad, ya es hora de pagar esa deuda!.



Nota: Dejo estos links como aporte para la discusión que pudiera generarse a partir de este momento (y Dios quiera que por mucho tiempo)

Dra.Paula Carlino

Romualdo Ibáñez O